Dilo de otra manera

Convertirse en padre o madre conlleva muchas incógnitas. ¿Cómo nos enfrentaremos a determinadas situaciones? ¿Lo estamos haciendo bien? ¿Qué le pasará a mi hijo si lo hago de esta manera o de otra?

Sin embargo, algo que debemos aprender como padres es que no podemos proteger a nuestros hijos de todo el mundo, aunque a veces nos encantaría hacerlo. Lo importante como padre no es proteger siempre a tu hijo de los problemas, sino ayudarle a enfrentarse a ellos para que, cuando vuelvan a ocurrir, pueda afrontarlos por sí mismo y ser más resistente.

Durante la primera infancia es importante sentar las bases de la fuerza emocional y la adaptabilidad del niño. Y en esto, las palabras juegan un papel importante, porque lo que decimos y cómo lo decimos puede marcar una gran diferencia.

Hemos recopilado una lista de frases que muchos padres, incluidos nosotros, utilizamos con demasiada frecuencia, junto con las sencillas alternativas que puedes utilizar y que permitirán a tu hijo ver las cosas de otra manera y ser más resistente. A menudo ni siquiera pensamos en lo que decimos, porque es automático y la intención real es buena y natural, pero puede dañar la confianza de tu hijo en sí mismo.

Recuerda que somos humanos. Todos cometemos errores. Nadie es perfecto, pero lo importante es no dejar nunca de aprender, incluso como padres.

"¡Todo bien!"

¿Quién no utiliza esto? Cada vez que nuestros hijos se caen, sobre todo con los más pequeños o los niños pequeños, los padres acuden corriendo antes de que su hijo empiece a llorar. Es bienintencionado, y la frase se dice, como padre, para calmar a tu hijo e informarle de que puede confiar en ti de que todo irá bien. La cuestión es que esa frase se contempla desde la perspectiva de los padres. Cuando un niño se cae y se hace daño, siente dolor, puede estar asustado o tener miedo porque no comprende del todo lo que acaba de ocurrir. Al decir que todo está bien, ponemos involuntariamente nuestra perspectiva de la situación sobre nuestro hijo y sus emociones.

Alternativa: "¿Está todo bien?"

La mejor alternativa para los niños es preguntar a tu hijo con calma, sin ansiedad ni pánico, y con un lenguaje corporal relajado, si está bien. De este modo, transmites que no hay peligro, sin forzar involuntariamente tu perspectiva paterna sobre el niño. Más bien, esta pregunta abierta se dirige a tu hijo y le muestra que tú, como padre, aceptas sus sentimientos, su dolor, su tristeza, su miedo, etc., y quieres escuchar su perspectiva de la situación.

"Déjame hacer esto"

En el mundo actual, siempre activo, los padres están ocupados. Al correr de una cosa a otra, como sociedad estamos perdiendo la paciencia. Vas con retraso y tu hijo aún no tiene la chaqueta puesta y abrochada. O tal vez tu hijo pequeño o tu bebé no consigue meter el bloque por la abertura de su juguete. A menudo los padres, sin pensarlo realmente, tendemos a intervenir, incluso sin que nos lo pidan, porque a corto plazo nos facilita y agiliza las cosas. Pero estas pequeñas cosas deberían ser cosas que tu hijo debería dominar desde el principio, para el largo plazo. Facilitarán mucho las cosas en el futuro como padre y para tu hijo.

Alternativa: "Hazme saber si necesitas mi ayuda".

Lo que en última instancia estás haciendo como padre es empoderar a tu hijo y darle el control de la situación, reforzando su confianza en sí mismo, porque le transmites el mensaje de la creencia. Y los niños necesitan eso. Necesitan saber que, independientemente de la situación, confías y crees en ellos y que saben que, en caso de necesitar algo, pueden pedirte ayuda. Pero también aquí hay que caminar por la fina línea y asegurarse de que no hacen un mal uso de ella. Como padre, lo sabrás.

Di que quieres que tu hijo aprenda a montar sus espectáculos. Ofrécele apoyo verbal mientras le observas. "Primero, abre el velcro", y luego deja que hagan el resto. Estás estimulando el pensamiento. Si necesitan más ayuda, deja que la pidan.

"Para. Así no"

Esta frase puede usarse en muchas situaciones, y muchos padres la utilizan automáticamente porque conecta una acción con una consecuencia. Cosas como coger mal las tijeras o que la comida se caiga del plato o que la ropa se ponga al revés. Tu hijo hace una determinada acción y hay una consecuencia de esa acción, y con esta frase intervenimos en esa consecuencia. Lo que tenemos que aprender es que a veces está bien dejar que se produzca la consecuencia de la acción. Debería ser un momento de aprendizaje para tu hijo. Sin embargo, a menudo no dejamos que eso ocurra. Sin embargo, cuando los niños logran algo por sí mismos, se sienten realizados y satisfechos. Permíteles, de vez en cuando, hacer lo que están haciendo y ayúdales después de que hayan entendido la acción a la consecuencia. Una forma mejor de expresar esto es

Alternativa: "¿Puedo contarte un truco?"

Las acciones y las consecuencias son una doble lección. Deja que se pongan la ropa al revés y luego ayúdales a darse cuenta de que han hecho algo bien, pero el resultado sigue siendo incorrecto. En el caso de la ropa, deja que se la ponga al revés, y luego utiliza esta frase de forma relajada para ayudarles a entender cómo hacerlo mejor la próxima vez. Di el ejemplo del plato: "Si mantienes el plato recto, se caerán menos espaguetis".

"Es fácil, puedes hacerlo"

Como adulto, puedes pensar que esta frase puede ser involuntariamente negativa. Es decir, estás animando y apoyando a tu hijo verbalmente. Sin embargo, míralo desde la perspectiva del niño. Puede ser fácil para ti porque sabes cómo hacerlo, sin embargo, genera una presión para el niño que es innecesaria. Tal vez tu hijo quiera hacerlo de forma diferente a como tú crees que debe hacerse desde la perspectiva de los padres. En última instancia, sobre todo si tu hijo tiende a abandonar las cosas por sí mismo, resulta desmotivador porque descartamos las situaciones como fáciles, sin embargo, es difícil para tu hijo.

Alternativa: "Sé que es difícil, pero creo que puedes hacerlo"

La frase no suena muy diferente de la anterior, sin embargo, con simples ajustes de palabras ahora mostramos a nuestros hijos que comprendemos la dificultad de la situación en la que pueden estar y les transmitimos de nuevo que creemos en ellos.

"Calma"

Como padres, nunca es fácil ver a nuestros hijos infelices. Tanto si tienen una rabieta como si simplemente son excesivamente salvajes, queremos apoyarles y enseñarles a sobrellevar la tristeza, el enfado o la ansiedad. Sin embargo, por muy intencionado que sea el "cálmate", no es la mejor solución para ninguna situación. Lo que estás transmitiendo como adulto hacia el niño es que está exagerando y que los sentimientos que tiene no están justificados ante la situación. Quizá no para ti como padre o adulto, pero para ellos sí. Esto puede provocar inseguridad e inteligencia emocional de fin de semana.

Alternativa: "Respiremos profundamente juntos"

Enseñar a los niños a manejar sus sentimientos es importante. Como padre, es fundamental comprender los sentimientos de tu hijo, estar a su lado y mantener la calma en las situaciones. Aprender y mostrar técnicas de cómo calmarse será a la larga vital para afrontar las emociones y en situaciones en las que (tu hijo) pueda estar ansioso o nervioso. La respiración profunda, un abrazo, un paseo o incluso los mimos pueden ayudar. Adáptate a tu hijo y hacedlo juntos. Esto les da la seguridad de que sus sentimientos, ya sean "exagerados" o cuando están decaídos, pasarán, pero son normales, y están bien.

"No te caigas"

¿Con qué frecuencia te encuentras, como padre, en una situación que te acelera el pulso? ¿Ya sea que tu hijo esté escalando algo o bajando a toda velocidad una colina en su bicicleta? Como padres, todos tenemos diferentes niveles de tolerancia respecto a lo que dejamos que intenten nuestros hijos, pero la mayoría de las veces, tras evaluar el peligro potencial de la situación desde la perspectiva de los adultos, es mejor quedarse mirando en lugar de gritar "cuidado" o "ten cuidado".

El miedo puede contagiar rápidamente a los niños e impedirles probar, sobre todo, cosas nuevas. De nuevo, debes intervenir en una situación extremadamente peligrosa, pero permite que tu hijo experimente hasta cierto punto para que crezca, se desafíe y aprenda a superar ese desafío.

La mejor alternativa depende de la situación.

Alternativa: "Reduce la velocidad" o "Coloca un pie tras otro"

Los consejos concretos para estimular el pensamiento de tu hijo le permiten dominar mejor las situaciones y aprender cuándo y cómo tener cuidado por sí mismo, y en qué situaciones debe hacer qué. De ahí que decir "deja pasar a ese niño primero" sea mejor que "ten cuidado".

"Puedes hacerlo por tu cuenta"

Los niños adquieren resiliencia cuando comprenden que las cosas no siempre saldrán como ellos quieren y que cometerán errores, ¡lo cual está completamente bien! Sin embargo, esto no significa que nosotros, como padres, les dejemos solos con sus problemas. Los niños se sentirán fortalecidos y animados al saber que pueden cometer errores en sus intentos de hacer cosas en la vida, al saber que nosotros, como padres, les apoyamos en ello. Pero dejar de lado a tu hijo para que encuentre la solución a un problema en el que pueda incurrir es diferente. Ten cuidado de no mezclar esto con el escenario anterior de "déjame hacer esto".

Alternativa: "Busquemos juntos una solución"

Esto no significa necesariamente que tengas que intervenir. Puede significar que estimules sus pensamientos haciéndoles preguntas como qué alternativas podrías hacer en este escenario concreto. Puede significar simplemente sentarse a su lado y ver cómo encuentran una solución, incluso si fracasan, para animarles y hacerles saber que confiamos en ellos. Estamos ahí, y pueden preguntar si realmente necesitan ayuda.

Como ves, las palabras tienen un efecto muy fuerte en la capacidad de recuperación de tu hijo y en su desarrollo general. Como padres, en nuestras ajetreadas vidas, tendemos a dar por sentadas cosas como palabras, frases y oraciones concretas y, como somos adultos, pensamos que tenemos razón o lo hacemos bien. Sin embargo, a veces basta con cambiar una o dos palabras para cambiar la situación general y/o el resultado junto a nuestros hijos. Utiliza frases que capaciten a tu hijo para crecer a largo plazo. Los anteriores son sólo algunos ejemplos comunes. Seguro que hay muchos más.

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